Conclusión

Cualquier empresa que aplique los principios rectores del cerebro a cuestiones empresariales se asegurará una ventaja competitiva. La plantilla estará centrada en una misión común, estará entusiasmada por el lugar al que se dirigen y todos los trabajadores aprenderán constantemente unos de otros. De esta forma, seguirán generando el capital intelectual que servirá de base a un crecimiento rentable.